sábado, 2 de mayo de 2009

DON NICA Y GOTERA



Estoy buscando el Miserere! -Es lo primero que me dice cuando lo veo bajando la escalera- Y no logro encontrarlo!!.
Nicanor Parra me saluda y me invita a pasar a la terraza, allí acomoda dos sillas de playa que parecen ser tan antiguas como él y me pregunta por el Miserere. Yo, por suerte, lo había leído en algún lugar que no pude recordar. Nicanor me habló de su autor, Domingo Gómez Rojas, de la revolución anarquista de 1920 – Murió loco en una casa de orates- dice, alargando la última palabra y haciendo gestos exagerados con sus manos.
El día esta demasiado soleado. Estamos de frente a la Playa de las Cadenas, en Las Cruces, y un pajarito se acerca a comer las migas de pan que Parra ha dejado por toda la baranda. Le pregunto por el Gato Leoncio, que había visto ir a comer de esas migas el año pasado. Nicanor saca su lengua y luego dice que , según la Rosita, parece que lo mataron. Pero tiene a su perro “Parrita”, que Nicanor “no traga mucho”. Dice que Parrita actúa con la táctica de la auto-humillación, que mueve la cola aunque le estén dando de garrotazos y eso lo descoloca, que piensa que todo está permitido, que si ve una perrita buena moza al otro lado de la bahía, cree que se le permite ir hacia ella y en el camino otros perros le dan de palos, ha tenido muchas aventuras y lo han salvado del estado de coma. El rector de la Universidad de Chile le dijo alguna vez que “Parrita sabe mucho”, manipula con su cola en movimiento para conseguir lo que quiere: quedarse a vivir ahí.
La Rosita nos trae té. Nicanor me pregunta por la U, y por Valparaíso, y dice que le gustaría saber, a propósito de la explosión de la calle Serrano, si aún estaba allí el edificio en el que trabajó Rubén Darío por algunos años. “Habrá alguna plaquita que alguien habrá puesto”, dice, y me cuenta que consiguió ese empleo “burgués” gracias a la corrupción, por ser amigo del hijo del presidente Balmaceda que estaba gobernando en la época. Se pone de pie y vuelve con el último número del The Clinic que es un especial de corrupción. Dice que los diarios son la nueva literatura, que la poesía está en decadencia, porque ni el poema XX puede competir con las novelas que hace el periodismo. Lee todos los días La Tercera y se entretiene como chino, aparecen todos los pormenores del Transantiago y eso sí que es una gran novela, aunque el tema nuevo se llama Beca presidente de la República, y saca la lengua cada vez que algo lo deja plop, habla de Lagos Weber y su faceta de casi delincuente. Me muestra las dos páginas que dedicó el The Clinic a una frase parriana : “Corrupción sustentable. Venceremos”. Dice que ese es el secreto, hacer sustentable la corrupción. Le digo que mi primera impresión fue de frase irónica, pero al parecer lo esta diciendo seriamente. Parra dice que es irónica y no irónica, que en el fondo se trata de un tíralo como talla. Luego dice que el The Clinic es el único periódico que le da bola.
Parra habla de corrupción y de variables ocultas. Dice que no tiene ningún interés en volver a San Fabián de Alico, el lugar en donde nació hace 92 años, que en Chillán, donde él la Violeta se criaron, los barrios más pobres, entre el hospital y el cementerio, la gente no tiene para comer, y debe robar, y los padres se emborrachan y los niños se asustan. Me cuenta que volvió una vez hace diez años atrás, pero fue a un sitio en donde estaba lleno de plátanos orientales, y estar rodeado de plátanos orientales es el peor lugar para un asmático, y yo soy as má ti co!!! Plantaron plátanos orientales por todos lados, y esto pasa porque es un árbol que se da con facilidad y muy rápido, y los alcaldes los ponen para decir que durante su tiempo en el municipio hicieron surgir a la ciudad, incrementaron áreas verdes. O sea, esto pasa por la corrupción mu ni ci pal.
Vuelve al tema de la poesía y su muerte. Nadie da bola a la poesía, y me muestra la sesión Glamorama de la tercera, con una foto de Marlen Olivarí en bikini, lee el titular y dice que esas palabras – que hablaban del festival de Viña- superan a lo que pueda escribir un poeta, y que esa mona , con ma yor ra zón.
Le digo que aún existen personas que prefieren el poema XX, y que disfrutan de la poesía poco elaborada y hasta leen poemas mientras carretean, que yo soy una de esas personas y él responde que sabe que existen, pero son los menos, y que son extravagantes, extraños y utilizan la filosofía de la avestruz, escondiendo la cabeza de lo que está pasando, porque, de seguro- dice- a esas personas no les interesa la farándula, y se esconden de ella, cuando lo que se debe hacer es ir más allá de la farándula, porque existe por algo y eso es lo que hay que lograr averiguar. Termina diciéndome que esas personas no son aceptadas en ninguna parte, salvo en las carreras de pedagogía. Y ríe como un condenado.
El error de los poetas jóvenes es la filosofía del avestruz. El hombre común y corriente lee farándula y se entretiene. El poeta joven se aísla de la farándula y deja de ser un hombre corriente. El poeta debe ser común y corriente. Debe ganarse el pan con un trabajo. Ese es el error, no se vive de la poesía, primero hay que ganarse el pan, para que a los noventa años puedan estar sentados, en una terraza, mirando el mar.
Primero hay que estudiar pedagogía- le digo, y él se ríe. Me dice que el único que se ha hecho rico es Shakespeare, que compró las dos mejores casas de la ciudad en la que nació. Y Neruda, claro, él también se hizo rico.
Rubén Darío es un personaje de Valparaíso, me dice volviendo al tema anterior, y agrega que el otro es el gran Diego Portales. Se viene a mi memoria el recuerdo de haber reconocido la letra de Parra en una especie de estatua que esta en la Av. Diego Portales, justo en frente de la Santa María. Él me dice que no la conoce, pero que se trata de una animita que ordenó construir en ese lugar, “incluso indiqué el lugar exacto, ya que existe allí una estatua a Portales que es el homenaje burgués, el discurso cuico del que Parra quería alejarse. Dice que un famoso arquitecto, cuyo apellido no recuerdo, pero que se llamaba Sebastián, le propuso un diseño para la animita que él rechazó, porque quería una igual a las que están en las carreteras, de esas que parecen casas y se le ponen velas. Se decepciona un poco cuando le digo que es de cemento y no tiene aspecto de animita. “El siguiente paso de esta conversación sería ir a ver la animita, pero nos encontramos con un problema: Necesitamos un chofer. Yo no me atrevo a manejar hasta Valparaíso, y un chofer dónde me lo meto. Un segundo problema es la gasolina. Tendríamos que quemar gasolina y eso hay que evitarlo en estos tiempos de crisis”. Entonces me comprometo a sacarle fotos a la animita para mostrárselas la próxima vez que lo vea.

Luego de ojear un par de revistas en las que se entrevistaba a Colombina y de comentar la gran diferencia entre la música que hace ella y la de Barraco, su otro hijo, Nicanor me pide que le ayude a buscar el Miserere en google, que lo tiene vuelto loco porque ha olvidado los primeros versos. Subimos al segundo piso en donde tiene un notebook. Encuentro el poema y se lo dicto para que él lo anote en su cuaderno. Me pide que busque información del autor, que es todo un personaje. Nació en 1804 en Santiago y publicó su único libro a los 17 años. Parra se impresiono al ver la portada del libro y unas fotos de Domingo Gómez Rojas junto a otros miembros de la FECH acusados de anarquistas. Se acercó a la pantalla para ver si reconocía a alguien, y vio allí a su amigo Manuel Rojas. Gómez Rojas escribía bajo el seudónimo de Daniel Vásquez. Con ese dato buscamos en un libro casi apolillado y lo encontramos. El libro es Selva poética, o algo así, y la edición que Parra tiene es del 1917. Lee la biografía y le parece una vergüenza ajena, dice que eso es lo que se publicaba en Chile, tan sólo pamplinas, ningún dato concreto, una basura de reseña- y se agarra la cabeza con la mano mientras la mueve y se pregunta cual de los dos autores de la antología habrá escrito eso.
Estamos en eso cuando tocan la puerta y me pide que pregunte quién es y para qué lo busca. Se trata de un tipo - guapísimo- de cabello largo que me mira con cara de no entender nada cuando le pregunto que es lo que quiere. Me dice “¿Y Nicanor?”. El tipo resultó ser su hijo Chamaco.
Después de almorzar y beber vino, volvimos a Daniel Vásquez. Nicanor dice saber que en la cárcel Gómez Rojas se resistió a obedecer, siendo tanta la zumba que le dieron los pacos que lo volvieron loco, o dijeron que estaba loco. Dice que los pacos son así, que el temía que mataran a un pingüino en los días de revolución del año pasado. Que lo mojaban con un inmenso chorro de agua en pleno invierno y todo eso pasaba cuando él tenía seis años y estaba en Santiago.

De postre hay frutas. Yo escojo durazno y él pela una tuna. Dice que cuando sea presidente de la república mandará a plantar tunas por toda la orilla costera, para que todos puedan comerla, claro que por las noches irían a eliminarlas porque la gente ya no compraría otra fruta. Luego se pregunta por las frutas transgénicas y termina diciendo que nadie entiende este mundo, que es un caos y lo peor es que los profesores dicen que se entiende todo. De vez en cuando anota algo en su cuaderno.

Recordando una conversación anterior, quise saber la opinión de Parra con respecto a la importancia del autor. Me dijo que esas preguntas valían 100 dólares el segundo, que es lo que le pagaron en televisión por el comercial de la leche, y que sacara la cuenta de que la respuesta sería larga. Luego de las risas me dijo que es verdad, con un tono que me deja la duda, porque al final me respondió, diciendo que sobre el autor lo único que queda para su existencia es digitalizarse y reciclar compuestos y químicos nucleares. Le digo que no entiendo ni carajo y él responde que eso es la falta de farándula. Luego volvemos a Domingo Gómez Rojas y su paso por la educación superior. Se ríe al enterarse que estudió pedagogía en Castellano en la Chile y también Derecho. A cada tanto lanza versos del Miserere, con el dedo índice en alto. Me pide que imprima un artículo, pero su Cannon no tiene tinta, entonces le anoto la página web y él baja a conversar con su hijo. Yo casi me conecto a Messenger, pero me arrepiento y sigo buscando información de Gómez Rojas. Encuentro fotos y artículos que a Parra le interesan montones, después de revisarlos bajamos a mirar un libro inmenso que hizo Colombina y que es un catálogo de la exposición de La Moneda. Parra dice que no sabe cuánto le costo eso, ni de dónde sacó la plata. Es un libro de tapas ultra gruesas que debe medir más de 40 x 50, estaba sellado sobre la mesa y lo abrimos para reírnos un rato.

“La volví a ver veinte años después. Y me volvió a pegar la gonorrea”
“La ladilla es el piojo del culo”
“La kk se come. Tanta mosca no puede estar equivocada”,
“Sí. Y no me preguntes por qué. Eso es una tontería. Siempre lleva al no”,
“TBC-TPC-TDJ-IBB-GGG”

Con respecto a este último, dice que no es de él, que lo vio en un W.C, que los artefactos son cosas que dice la gente anónima y nadie reclama esas frases, él las toma y les pone su nombre. Y esto se sabe, pero los diarios no lo publican porque no les gusta hablar del W.C, no ponen esa palabra en las portadas, prefieren poner Exposición en la Moneda.
“Monjas reculias! No me dejan ni fumar ni culiar” . Dice que se lo escuchó textual a una menor de edad en la Reina, así como las frases de la Rosita se convierten en antipoemas, y él sólo pone su nombre, y otros que salen de su cabeza, de cosas que ve todo el tiempo, a cada rato, como los ecopoemas y la basurarte.

Nicanor habla lento y alarga las palabras que desea resaltar. Le pido que firme un ejemplar de Poemas para combatir la Calvicie que debo devolver en contra de mi voluntad y él se ríe y lo firma. Cambia de tema con rapidez, habla de neonazis y bautiza con este nombre a un pajarito que come en la terraza, vuelve a la corrupción, habla de lagartijas que merodean su jardín y vuelve a los versos de Miserere. Luego se pone de pie y me quedo con Chamaco hablando de San Antonio y mirando un enorme ratón que sube por la baranda a comer del pan que Nicanor deja a las aves. Cuando regresa trae Selva Poética y ojeamos otros autores que yo en mi vida había oído antes. Me pidió que leyera un poema llamado Farándula, de un poeta porteño, del cual ya olvide su nombre, y ya olvidé el poema.

Al decirle que me retiro, Parra saca 10 lucas de su bolsillo y me dice que, por favor, le compre tinta a su impresora. Yo le digo que mejor se la traigo y se la cobro después, porque es probable que me gaste la plata considerando que viene el fin de semana. Y tengo toda la razón. Dice que si tiene tiempo escribirá algo sobre Gómez Rojas con todos los datos que tiene de él

Antes de despedirnos me regala Laurel para la buena suerte, y me dice que aunque lo hayamos comido aún nos queda el postre … y el café pendientes.


Miserere - José Domingo Gómez Rojas



La juventud, amor, lo que se quiere,
ha de irse con nosotros. ¡Miserere!

La belleza del mundo y lo que fuere
morirá en el futuro. ¡Miserere!

La tierra misma lentamente muere
con los astros lejanos. ¡Miserere!

Y hasta quizás la muerte que nos hiere
también tendra su muerte. ¡Miserere!